Estamos expuestos a contaminantes orgánicos persistentes (COP) a través de los alimentos que comemos, pero también a través del aire que respiramos, al aire libre, en interiores y en el lugar de trabajo. Como resultado, los COP se pueden encontrar prácticamente en todas partes en nuestro planeta en concentraciones medibles. Estas sustancias químicas tóxicas que afectan negativamente a la reproducción, el desarrollo, el comportamiento, neurológico, endocrino e inmunológico en humanos.